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27.10.11

GRACIAS NESTOR


“A los jóvenes les digo sean transgresores,

opinen, la juventud tiene que ser un punto

de inflexión del nuevo tiempo”.

Néstor Kirchner.

Un hombre, un paso, una lágrima, una rosa.

Hace 1 año leí en un zócalo de algún noticiero que no recuerdo “MURIÓ NÉSTOR KIRCHNER”.

Tengo 18 años hoy en día, nunca milite en ningún partido político, pero siempre apoye con mucha alegría y pasión el modelo nacional y popular. Mi nivel participativo se remite a expresar mis ideales, mis enojos y contentos en las redes sociales y acudir a la plaza durante los actos mas relevantes. Desarrollé un cariño muy particular por los dos dirigentes más importantes, a pesar de ir a un colegio en el que me rodeaba gente que pensaba muy distinto, de que mis amigos desinformados o mal informados me criticaran el modelo con argumentos insulsos e in sustentables rescatados de boca de sus padres o algún comentario de mala leche en radio o televisión. Siendo franca tengo que decir que mi información acerca de lo que pasa en el país es bastante, menos de la que me gustaría tener pero la suficiente para darme cuenta de que vamos por el buen camino.

Cuando me preguntan porqué me involucro de esta forma si los K (nombrados despectivamente) son unos ladrones como todos, respondo que las cosas no son tan así y suelo enumerar varias de las contundentes pruebas sobre esto. Pero más allá de lo que hicieron o deshicieron, hay una emoción, un sentimiento, algo que es difícil de explicar; es eso que me pasa cuando escucho un discurso y me dan ganas de llorar del orgullo, de ver y escuchar a personas tan capaces, es eso que me pasa cuando cada muletilla, cada palabra, cada gesto, cada risa, cada comentario te da toda la certeza de la transparencia, es eso que te pasa cuando conoces a alguien y te das cuenta que es madera de la buena. Y es difícil de explicar porque siento que me quedo corta, que todos debería juntarse en la plaza, unirse al pueblo manifestante, experimentar la alegría que se irradia y contagia.

En fin, hoy se conmemora un año de su muerte, como dije al principio, leí aquel maldito zócalo buitrero y me pareció un chiste, de muy mal gusto, no lo creí, no lo entendí, todo fue muy rápido. No me pasaba nada, simplemente no lo creía, hacía zapping y seguía escuchando lo mismo, muerte, murió, ha muerto…

El día terminó y a la mañana siguiente fui al colegio como todos los días, pero no era un día cualquiera, no era uno más. Algo había pasado y yo lo palpitaba paulatinamente, era la historia construyendo un hecho sobre cada uno de nosotros, construyendo un punto de vista, escribiendo letra por letra un nuevo capítulo. Decidí sin pensarlo ni una vez que iba a ir a la plaza, había escuchado que iban a llevar su cajón a la rosada y que se estaba haciendo una fila para pasar a dejar una flor, una lágrima, un grito de apoyo; entonces me subí al subte y llegué.

Estación Catedral, un calor agobiante, gente por todos lados, vendedores ambulantes con flores, posters, remeras, banderas, y demás objetos. Cuando por fin encontré el final de la fila empezaron los llamados, a mamá para avisarle que estaba ahí y a una amiga que se encontraría conmigo y me acompañaría en esta marcha. Pasaron las horas, los cantos, los pasos, las gotas de sudor, las conversaciones, los clichés, la contención, la sed, el desconcierto. Ya serían las 12 de la noche aproximadamente cuando logramos llegar a metros de la rosada, cruzando las bayas que delimitaban la fila y nos adentramos en las de contención.

Nunca había ido a un funeral, te dicen muchas cosas sobre los mismos pero nunca nadie me habló del olor a flores, el penetrante olor de miles de flores cubriendo el suelo de la fachada de la casa rosada. Un perfume que recorrió cada centímetro de mi cuerpo y me hizo romper desconsoladamente en llanto, cada grito de apoyo era como un electroshock, cada mascara de lentes negros, cada lagrima ajena me ajaba el corazón de a poquito.

Un giro en u y 13 horas tallaban ahora en mi memoria una palabra mas en la historia de mi vida.

Gracias Néstor Kirchner por hacerme sentir parte de un proyecto, por devolverle a las almas de los jóvenes muchas razones por las cuales luchar, hasta la victoria, siempre.